Ciudad de México
El enorme valle en que se sitúa la Ciudad de México es un lugar de exploración que pese a toda la historia que lo ha andado –desde que era la Tenochtitlán fundada sobre una laguna hasta los flamantes edificios modernos– no logra tener un hilo que la anude para amalgamarla en la homogeneidad. Por el contrario, es una ciudad que se resiste constantemente, ya sea de manera pasiva o activa, a instituirse como una sola.
Quizá porque de entre las ciudades latinoamericanas, el desarrollo de ésta se ha visto acompañado de interminables avatares y conjuras religiosas, culturales, políticas y económicas.
Así como la mayoría de los hechos parecen ocurrir de una forma inexplicable, como mágica. Los rostros de las personas no dejan descifrarse y se ven adustos, pero esperanzados y a la expectativa, como quien sueña con un ojo abierto, y por eso se está alerta a la más mínima señal, sobre todo si ésta invita a una fiesta.
Esta ciudad inabarcable posee un enorme tesoro cultural que va desde templos religiosos prehispánicos y museos hasta conciertos al aire libre. También al exterior la ciudad se extiende por grandes avenidas, como el Paseo de la Reforma o la Avenida de los Insurgentes, por espacios naturales, como el Bosque de Chapultepec, que tiene a su manera su vida propia, una infinidad de restaurantes y lugares para visitar de día y de noche. Así como el Centro Histórico es una ciudad distinta dentro de la misma ciudad, cada uno de sus zonas tiene su propia personalidad. Destino imperdible para cualquier viajero, esta urbe gigante y compleja es una capital latinoamericana de la cultura, el arte y el caos.